En un sector tan atomizado y saturado como el del vino, resulta casi imposible registrar nombres originales o que cumplan las reglas básicas de todo buen nombre (corto, sonoro, memorable y fácil de pronunciar). La primera palabra de nuestro briefing era “original”, así que tuvimos que estrujarnos las neuronas para encontrar ese nombre con chispa, fresco, divertido y bailarín que invitase a degustar este Rioja. Precisamente fue en el baile donde nos inspiramos para transformar el mambo en Mimbo y así cumplir con todos los requisitos de un nombre dinámico, sonoro y fresco para un producto nuevo, pensado para un público vital y creativo.