Cada año lo mismo. El cartel ganador de las Fiestas del Pilar siempre resulta polémico. El año pasado la noticia fue la escasa calidad del cartel ganador y sendos finalistas, que fueron objeto de memes y bromas varias en las redes. Este año la elección no ha hecho tanto ruido, si bien no se ha librado de la polémica, que viene marcada por el rechazo que ha sufrido dicho cartel en las redes sociales.
Antes que nada, nos gustaría poneros en antecedentes: desde hace años y gobierno socialista mediante, un jurado compuesto por una minoría de profesionales, y una mayoría de cargos políticos o funcionarios, eran los encargados de decidir en representación de la ciudadanía el cartel que mejor representaba las fiestas de Zaragoza. Era habitual ver como convivían y se alternaban obras realizadas por profesionales de la imagen (entre ellos destacamos algunos geniales, como el de Alberto Aragón en 2007, o el mítico león de Iñaki Villuendas en 2009), con carteles realizados por aficionados, cuya calidad era irregular.
Tras varios chascos y la politizada elección de algunas convocatorias, el consistorio debió creer conveniente un sistema más democrático en el que fueran los ciudadanos los que decidieran el ganador. De esta manera y durante los dos últimos años, la ciudadanía votaba -vía web- una propuesta de entre cinco finalistas elegidos por el jurado político. Este sistema bienintencionado de votación popular quizá fuera un buen ejercicio de democracia, pero resultó no ser el más justo (la votación por este medio generaba dudas sobre la manipulación de votos), ni el más eficaz a la hora de elegir un digno representante gráfico de las fiestas. Visto el fracaso de este sistema, este año se ha vuelto al modelo anterior, donde un jurado de expertos (por suerte cada vez la balanza se equilibra, y la mayoría de éste es profesional del medio de la imagen) es el que elige la mejor propuesta.
Y llegamos a este 2016. Esta semana se anunció el cartel ganador, obra de 12Caracteres, o lo que es lo mismo: el combo formado por Miguel Frago y Samuel Aznar. En el diseño predomina la ilustración, una divertida estampa que rinde un claro homenaje a Magritte, y que muestra al icónico tragachicos engullendo adoquines del Pilar.
Podríamos entrar a valorar que no es el cartel más festivo del mundo, ni el más populista. Vale. De acuerdo en eso. Pero ni falta que hace. Estamos hartos de abusar de los banderines de colores, los baturros y los cachirulos, o el león. Aquí tenemos algo diferente, carismático, entrañable, reconocible, y encantadoramente surrealista. ¿Y técnicamente? Excelente. Colorista, sencillo, bien compuesto, y con la información bien clara. Además huye de tópicos, toma referentes tradicionales y los muestra de una forma atrevida, diferente y con personalidad. En resumen, es un buen cartel, y un merecido premio.
La originalidad, algo que se presupone debe tener la obra elegida, parece no ser del gusto del vulgo, ya que nada más hacerse pública la noticia de la elección ganadora, las críticas no se han hecho esperar. Aquí van algunas lindezas que pueden leerse por las redes:
- — Vergonzoso. Desafortunado. Horrible. Una verdadera mierda.
- — Horroroso! Que mal gusto, por Dios.
- — Feo con avaricia
- — El de mi cuñada era mucho mejor!! Pero siempre priman a los amigos de...
- — Truño.
- — Horroroso!!! Con la gente tan buena que hay y poner ese carte
- — Vergonzoso!!!
Faltas de ortografía aparte, estos son algunos de los comentarios más "suaves", la mayoría de las palabras que le dedican destacan por su poca mesura, la falta de respeto, y sobre todo por una flagrante falta de información y criterio estético. Al igual que les ocurrió a muchos de los artistas de las vanguardias del siglo XX, alejados del realismo, su obra se percibía como algo infantil y primario, y en pleno siglo XXI, parece que el argumento más barato de la historia del arte todavía sigue vigente. El escenario sigue siendo el mismo:
- — Ese cartel lo hace un niño de cinco años, además la idea es una copia
- — Desde luego... yo creo que un cartel tiene que decir algo y no ser un dibujo de un niño. Vamos que mi nieta con 8 años lo hace mejor!
- — Parece un dibujo de un niño pequeño,! Y creo yo que los ganadores son ya bastante mayorcitos para que les reconozcan que su dibujo es el mejor!!! Por favor, ya no es ni que nos presentemos ni nada, pero de los que se presentan... que sea lo mejor, no este dibujo de primaria!!
Permitan decirles algo: si tan bien dibujan sus niños, ¿porqué no se presentan al concurso? Si tan fácil es realizar un cartel o una ilustración, ¿porqué no hay niños dedicándose a hacer dibujitos y cobrando por ellos? ¿Para qué tenemos escuelas de arte si cualquier niño puede ser un genial artista? Parece que es muy fácil recurrir a ese tópico de "eso yo también lo hago", pero, amigos e incautos: lo que realmente tiene valor, es atreverse a hacerlo.
Con vuestro permiso, vamos a seguir desmontando "argumentos"... Otra queja fácil es la politización del cartel, algo que sin duda ha ocurrido varias veces con el gobierno socialista (la más flagrante fue aquella en la que el cartel -que por cierto, no estaba mal- incluía los recién inaugurados tranvía y Museo Pablo Serrano), y que a la vista está, no se libra ninguna convocatoria, donde siempre se apela a la dedocracia de una forma más o menos explícita:
- — No hablaban "estos" de la voz del pueblo y la participación? amis andaaa que se les ve el plumero... me parece fatal
- — Tras dos años, en los que nos habíamos acostumbrado a elegir el Cartel del Pilar entre los ciudadanos de Zaragoza, nos quitan esa posibilidad. No les ha gustado a los "expertos" que el cartel sea por votación popular, aunque fuese solo entre los cinco preseleccionados por el Ayuntamiento; o creen que el gusto popular no es suficientemente comercial como imagen de nuestras fiestas. Mucho pedir la aportación ciudadana, pero me pregunto que para qué. Unas fiestas populares deben ser eso, populares, hasta para elegir su cartel.
Y otro clásico que nunca falta: la más completa ignorancia. Si uno no se informa lo suficiente y tiene el tuit fácil, puede llegar a acusar gratuitamente a un diseñador con más de cuarenta años de carrera de amiguismo o de enchufe. Quizá la justificación podría ser mucho más simple: Samuel es un veterano, y su experiencia es más que un grado. Si ha ganado cinco veces, es porque se ha presentado varias veces, y porque a lo largo de su carrera ha hecho méritos propios. Para colmo, Samuel no se ha presentado solo, sino que lo ha hecho con su socio Miguel Frago, una treintena menor, y cuya unión representa a la perfección el relevo generacional de diseñadores que vivimos; la vieja escuela -que aprendió a hacerlo todo a mano-, con la nueva generación, más ducha con las nuevas tecnologías. Sin embargo, informarse no es necesario, es mucho mejor soltar espumarajos por la boca y decir lo siguiente:
- — Es bueno ver que por lo menos los ganadores (Samuel Aznar repite como ganador por quinta vez, este tío diseñando carteles es la polla con cebolla!) han escogido un diseño ecológico, ya que han reciclado el tragachicos del cartel que diseñaron en 2013... muy bien ahí, se llevan 4000€ ahorrando pixeles y vectores.
¡Ah! Ahora resulta que reciclar trabajos propios es inmoral y ético. Para que se sepa, los diseñadores creamos la mayoría de nuestras herramientas (texturas, paletas de colores, iconos, ilustraciones, etc), y reciclarlas cuando están bien hechas y son propias es lo más normal. Y si han reciclado un elemento -una parte dentro del conjunto y concepto del cartel- para recontextualizarlo, es más que legítimo, le pese a quien le pese.
Otro desafortunado comentario:
- — Está visto que estos del jurado ya lo que siempre a sido arte, se lo pasan por el forro. Pero repito DONDE C*** ESTA EN ESTE CARTEL EL ARTE DE UN DIBUJO?? que alguien me lo explique por favor!!
El problema no está en buscar "el arte de un dibujo", el problema es que cuando no se tiene ni un mínimo de cultura como para reconocer a un autor tan famoso y determinante como fue René Magritte, cualquiera se indigna porque no entiende nada de nada. Quizá si se hubieran tomado la molestia de leerse completa la noticia en el periódico lo sabrían. Incluso podrían haber googleado "Magritte" en internet, y haberse culturizado antes de emitir un juicio con tan poca gracia y tanta ligereza, pero no, mejor escribir sin pensar. Claro.
- — Es un cartel chulo, pero que se presenten estudios profesionales de diseño desde lego es una gran desventaja para el resto
Vaya... Así que es una desventaja para el resto... pero a los profesionales que viven del diseño y la ilustración, a esos que llevan años desarrollando las capacidades y herramientas para crear obras originales y de calidad, a esos que no les regalan nada, y que trabajan de sol a sol encerrados en sus estudios para llegar a fin de mes, ¡a esos que les den morcillas! Suficiente tenemos con el empeño de las instituciones en sacar a concurso nuestro trabajo, como para que además se nos prohíba participar. ¿No sería más lógico que el concurso fuera cerrado para profesionales y estudiantes de arte, foto, diseño e ilustración? Así el resultado quedaría siempre en manos de expertos en la imagen, acreditados, y muchos con la experiencia necesaria como para resolver una necesidad de comunicación concreta. Pero no, mejor que lo haga cualquiera.
Pero, ¿y si extrapolamos este concurso a la arquitectura de un edificio? Que se presente cualquiera, aunque no tenga estudios de arquitectura ni formación en el tema. Que diseñe un edificio entero, y el que más guste al jurado de expertos, que se construya. Claro, si después de haberlo construido, el edificio se viene abajo el primer año, echaremos la culpa al ganador de un concurso que nunca debería haber ganado, porque no era arquitecto.
Por si esto no fuera poco, y para quien no lo sepa: nuestro trabajo es a medida y definitivo. Cuando entregamos un cartel a un concurso como este, el diseño no sirve para otro concurso ni para otro evento, y además la entrega del mismo supone que ya hemos realizado todo el trabajo, no es una maqueta, un segmento o una parte del desarrollo: entregamos el resultado final terminado.
Quizá, y como avisa el avispado comentario bajo estas líneas, el mundo se ha acostumbrado a tomar a esta profesión y las adyacentes como una afición, y no como un oficio realizado por profesionales formados.
- — Pues a mi (...) me parece muy acertado. Y es que durante el último años se ha demostrado que los maños tragamos con todo: huelgas de autobuses, subidas de impuestos, banderas en el Ayuntamiento, etc, etc, etc.
Deberíamos reflexionar. Todos.
El público general; los ciudadanos, esos que lincharían a nuestros compañeros de oficio porque no les gusta el cartel, por nuestro "mal gusto", o porque directamente nadie les ha explicado que nuestra profesión conlleva años de aprendizaje, un nivel alto de cultura, el desarrollo de unas capacidades de trabajo creativas y por ende, complejas; y que además lastramos el desconocimiento de los beneficios de nuestro trabajo, e incluso el desprecio silencioso de empresas e instituciones. En resumen, a aquellos que no reflexionan sobre el trabajo y las decisiones que hay detrás de cada imagen que diseñamos.
Las instituciones públicas y las empresas, que siguen convocando concursos masivos sin contar con el apoyo técnico ni el soporte de los gremios, sin determinar con acierto cuáles son las necesidades a cubrir, sin implementar el diseño dentro del organigrama de trabajo para dar un servicio más eficaz. En general, deberían reflexionar sobre la convocatoria de estos concursos especulativos, con los que no hacen ningún favor a nadie.
(Os recomendamos leer este artículo de Graffica.info)
También debemos ser nosotros -diseñadores, fotógrafos, ilustradores, tipógrafos, etc-, los que prediquemos con el ejemplo, dejemos de presentarnos a estos concursos, dediquemos recursos a informar y formar al pueblo del mérito y exigencia que tiene nuestro trabajo, y ser los primeros en darle el valor que realmente tiene.
Para terminar, os dejamos con el comentario más ácido, y con más razón de todos los que hemos leído:
- — A quienes no les gusta, les invito a presentarse en la convocatoria para el de 2017. Ánimo artistas.